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Contrairement à la France ou à l’Espagne, le débat sur l’avortement reste sobre en Suisse alors que les citoyens sont appelés à voter le 9 février
En el imaginario colectivo, Suiza representa el triunfo del capitalismo, de la gran banca y de las multinacionales, además de ser residencia de algunas de las mayores fortunas del planeta. Pero tres iniciativas populares que apuntan a la desigualdad salarial ponen en tela de juicio esa visión del reducto alpino del gran capital. La que abrió fuego fue la iniciativa Minder, impulsada por el senador y empresario liberal Thomas Minder, aprobada en referéndum el pasado 3 de marzo: la propuesta, que tiene que adoptar el Gobierno suizo antes de un año, obliga a que los accionistas de la empresas cotizadas voten cada año sobre la retribución de los directivos y elimina las indemnizaciones extraordinarias por dejar la compañía. Hace poco más de un mes, el cineasta Daniel Häni logró reunir 110.000 firmas para inscribir en el Parlamento —paso previo a una consulta en el sistema suizo, que prima la democracia directa—, una iniciativa aún más radical: implantar un salario universal, equivalente a 1.800 euros, para todos los ciudadanos. Aunque es casi imposible que prospere y llegue a ser ley, su mera existencia da fe de la intensidad un debate que pasará hoy otra prueba en las urnas: en los 26 cantones votan la iniciativa 1:12, que pretende limitar los salarios de los altos ejecutivos. Si sale adelante la consulta, no podrían ganar en un mes más de lo que recibe en un año el más modesto de sus empleados. La idea, promovida por las Juventudes Socialistas, persigue aumentar las remuneraciones más bajas: si un directivo desea subirse el sueldo, deben hacer lo mismo por sus empleados.
A los suizos no les gobiernan, se gobiernan.