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Los hombres de más saber político reconocen que así no se puede seguir, y forcejean dentro de la red que ellos mismos han tejido, y que les entorpece para toda obra grande de reforma. Pero ninguno se decide a romperla con arte, destruyendo siquiera alguna malla por donde sacar un dedo, después una mano, y llegar por sucesivas rupturas de hilos a la libertad de esta desgraciada nación, esclava de lo que aquí llamamos caciquismo, tristísima repetición de los tiempos feudales y de las demasías de unos cuantos señores, árbitros de los derechos y de los intereses de los ciudadanos”
[...] “Al propio tiempo, nuestro enfermo [se refiere a España] reconoce con tristeza la esterilidad de sus esfuerzos durante todo el pasado siglo para darse un régimen político liberal a la europea. Lo más triste es que ha tardado algunos años en descubrir que el mecanismo que nos rige es un aparato de formas admirables, pero que no funciona; todas sus ruedas y palancas, todos sus engranajes y transmisiones son figurados, como las lindas máquinas pintadas que sirven para el estudio. Forman nuestro régimen político las más seductoras abstracciones. Examinados desde fuera, nuestros Códigos y todo el papelorio de leyes y reglamentos para su aplicación parecerán, sin duda, un perfecto organismo que regula la existencia del pueblo más feliz del mundo. Mirado por dentro, se ve que todo es cartón embadurnado al temple, en algunos trozos con singular maestría; pero ya va envejeciendo notoriamente la pintura, y se clarea de tal modo el artificio, que no hay ojos bastante inexpertos para ilusionarse con él. Ya nadie ve una base fundamental de la vida política en el principio de la representación del pueblo, porque el sufragio es un donoso engaño al alcance de los observadores menos perspicaces. Las elecciones se hacen sin interés, con escasa y fría lucha; la emisión del voto no apasiona ni enorgullece a los ciudadanos; éstos han podido observar el esmero de los Gobiernos para componer las Cámaras, dando el conveniente número de puestos a las oposiciones y contrapesándolas con abrumadoras mayorías. Resulta que la representación del país está, con unos y otros partidos, en manos de un grupo de profesionales políticos, que ejercen, alternadamente, con secreto pacto y concordia, una solapada tiranía sobre las provincias y regiones. La Justicia y la Administración, sometidas al manejo político y sin medios de proceder con independencia, completan esta oligarquía lamentable, igualmente dura antes y después de las revoluciones que tronaron contra el antiguo régimen. Nuestros políticos agitaron la existencia nacional en el pasado siglo sin fundar nada sólido, y todo lo hecho en nombre de la democracia contra el Gobierno personal, resultó de la misma hechura interna que lo que se quería destruir. Se variaban las apariencias y el nombre de las cosas; pero el alma permanecía la misma Llegado el momento de abrir bien los ojos y de ver en toda su desnudez y fealdad el error cometido, ¿puede un país ser indefinidamente testigo y víctima callada del mal que padece sin ponerle remedio? Imposible. Los hombres de más saber político reconocen que así no se puede seguir, y forcejean dentro de la red que ellos mismos han tejido, y que les entorpece para toda obra grande de reforma. Pero ninguno se decide a romperla con arte, destruyendo siquiera alguna malla por donde sacar un dedo, después una mano, y llegar por sucesivas rupturas de hilos a la libertad de esta desgraciada nación, esclava de lo que aquí llamamos caciquismo, tristísima repetición de los tiempos feudales y de las demasías de unos cuantos señores, árbitros de los derechos y de los intereses de los ciudadanos” (Benito Pérez Galdós, “La España de Hoy”, 1901).
No creo ni en los revolucionarios de nuevo cuño ni en los antediluvianos, esos que ya chiflaban en los años anteriores al 68. La España que aspira a un cambio radical y violento de la política se está quedando, a mi entender, tan anémica como la otra. Han de pasar años, lustros tal vez, quizá medio siglo largo, antes que este Régimen, atacado de tuberculosis étnica, sea sustituido por otro que traiga nueva sangre y nuevos focos de lumbre mental.
Los dos partidos, que se   -237-   han concordado para turnar pacíficamente en el Poder, son dos manadas de hombres que no aspiran más que a pastar en el Presupuesto. Carecen de ideales, ningún fin elevado les mueve, no mejoraran en lo más mínimo las condiciones de vida de esta infeliz raza, pobrísima y analfabeta. Pasarán unos tras otros dejando todo como hoy se halla, y llevarán a España a un estado de consunción que de fijo ha de acabar en muerte. No acometerán ni el problema religioso, ni el económico, ni el educativo; no harán más que burocracia pura, caciquismo, estéril trabajo de recomendaciones, favores a los amigotes, legislar sin ninguna eficacia práctica, y adelante con los farolitos
Con la crisis y la unificación de la política económica en la UE ha emergido una nueva realidad: el espacio ciudadano de ruptura. En esta publicación se define el mismo en términos electorales a partir de los datos recogidos durante años de estudio, análisis y observación.  Especialmente se describe el nacimiento de un fenómeno aún no explicado, sobre el cual se aportan algunas claves para su comprensión.  A lo largo del periodo 2010-2013 hemos conocido sucesivas encuestas de situación electoral estructuradas sobre datos de intención de voto y opiniones de los ciudadanos que cuando son muy coincidentes definen convicciones sociales. La conclusión colectiva o la convicción social generalizada es que la clase política española define una nueva aristocracia que está dispuesta a autorepresentarse y perpetuarse en el poder en el siglo XXI. Los medios convencionales están desorientados y desbordados por la Red donde circula otra verdad más cierta, el sistema de partidos atraviesa una crisis de representatividad insalvable, el poder financiero se percibe a asociado a ambos y la confianza social en todo el entramado institucional se ha tornado en desconfianza. Una reflexión para un momento histórico.
Cairo - Egypt's interim president, Adly Mansour, has signed a restrictive new "protest law" that would require Egyptians to seek approval days in advance before organising demonstrations. The law will take effect later this week once the final text is published in the official state register. It gives police wide latitude to use force against demonstrators, which could give the government a pretext for a widespread crackdown. The law has gone through numerous revisions, but rights groups say the latest version requires protesters to seek approval from police three days in advance, and allows the interior ministry to block rallies that could "pose a serious threat to security or peace". Election campaign events are subject to a 24-hour notification period in some drafts, and "processions" of more than 10 people are only allowed for "non-political" purposes. Violators could face fines of up to $4,360. "They could have stuck to earlier versions, where if the interior ministry wants to ban a protest, the onus is on them to go to court and seek a ban," said Heba Morayef, the Egypt director for Human Rights Watch. "Instead they've done the opposite. The end result is that we could see an increase in violent crackdowns on peaceful protests."
It seems obvious, with their success yesterday, that they will continue to eliminate the pesky rules of the Constitution, and won’t stop until we have a totalitarian dictatorship in this country. The sheeple stand by and do nothing. Harry Reid is one of the most dangerous politicians to come along in decades. He helped pass the porkulus “stimulus bill” and Obamacare, and is responsible for hundreds of billions in reckless spending every year. The liberal media is heralding this as a victory, a “return to democracy”, but it is anything but. We are watching, before our very eyes, as our democracy is being destroyed. Yet another sad day for the USSA. The road to ruin and doom is paved with liberal progressive democrat-socialists.